En lo que parecemos, todos tenemos un juez; en lo que somos, nadie nos juzga.
¡Ah, si nos fuera dado el poder de vernos como nos ven los demás! De cuantos disparates y necedades nos verÃamos libres.
Estamos tan acostumbrados a disfrazarnos para los demás, que al final nos disfrazamos para nosotros mismos.
No andes, Sancho, desceñido y flojo, que el vestido descompuesto da indicios de ánimo desmalazado.
Si un hombre te dice que pareces un camello, no le hagas caso; si te lo dicen dos, mÃrate un espejo.
Para hacerse una posición en el mundo, es preciso hacer todo lo posible para hacer creer que ya se tiene.
En las grandes cosas los hombres se muestran como les conviene mostrarse. En las pequeñas como son.
Con veinte años todos tienen el rostro que Dios les ha dado; con cuarenta el rostro que les ha dado la vida y con sesenta el que se merecen.